Desde que tengo uso de razón, nos han mostrado el paraíso en infinitas imágenes del Caribe, con sus fondos cristalinos, sus playas paradisíacas y sus palmeras. En anuncios de ron, de champú, en la tele, en revistas y en escaparates de agencias de viajes. Y nos han vendido lunas de miel como rosquillas en lujosos resorts todo-incluido al otro lado del charco.
Y resulta que el paraíso estaba aquí, en un pequeño archipiélago del Mediterráneo, a escasas 60 millas de la península, donde puedes ver el ancla de tu velero a 10 metros de profundidad. En una pequeña isla de forma muy irregular que ha sido muy bien conservada y ha desarrollado un turismo sostenible, aunque a costa de hacerlo elitista. Y es que hay que hacer malabarismos para no descuadrar el presupuesto, pero se puede viajar sin dejarse un riñón en el intento, incluso si tienes un velero y pueda parecer que los chines no sean tu mayor preocupación.
Mientras el buen tiempo nos ha acompañado, hemos podido navegar y fondear, hemos disfrutado de las vistas más privilegiadas de la isla, de la soledad de las calas, del suave viento hinchando las velas, de atardeceres desde cubierta, del solete calentando el cuerpo y hasta de cervezas calentorras a bordo...
Pero también tuvimos la suerte de que amenazara un serio temporal de levante estando fondeados en lo que se convirtió en nuestra posada en Formentera, la Ensenada del Cabrito, lo que nos propició la entrada al puerto de La Sabina por un par de días.
Así que alquilamos una mierdascooter de 49 c.c., más que trillada, nos echamos unos bocatas a la mochila y dejamos grabado en la memoria de nuestros riñones todos los baches de la Formentera rural. Con un ruido atronador y una sensación de velocidad abismal, nos descubrí sacando la rodilla en las curvas y agachando el lomo en las bajadas y me sentí lo más feliciano que ha pisado esta isla en mucho tiempo.
Y así, parando aquí y allá, sacando fotos, entrando en el bosque, visitando faros, pueblos y playas, perdiéndonos por caminos rurales, conocimos la isla de Formentera sin apenas quitarnos el casco de la moto.
Snorkell en Espalmador, paseo por Ses Illetes, fondeo en Cala Saona, la ensenada del Cabrito, el faro de Barbaria, el de La Mola, Es Pujols, etc. Las islas y tú, el mar y tú, las algas y tú, el faro y tú, el velero y tú, la moto, el camino, el campo, las casas blancas, los peces que comen de tu velero, los embarcaderos, el kitesurfer y tú, otro velero fondeado en la bahía, el viento, las olas, noviembre y tú, un libro, una estrella fugaz para ti, muchas estrellas...es difícil explicarlo pero todo esto es Formentera, o, por lo menos, lo ha sido para nosotros. Inolvidable.
|
El cinematográfico Faro de Barbaria |
|
Maretón (levante) vs. calma chicha (poniente). Lo que hace un estrecho brazo de tierra... |
|
Ses Illetes, norte de Formentera |
|
Cala Saona (Oeste de Formentera) |
|
Disfrutando el temporal de levante |
|
Barquitas en Estany des Peix |
|
Atardecer en el Estany des Peix |
|
Formentera rural |
|
Bucólicas y románticas imágenes se encuentran por doquier |
|
La posidonia cubre los fondos de las islas y también algunas playas |
|
Un velero a la virulé en Es Pujols |
|
Algunos hacen caso omiso de los avisos de temporal y así les va... (habíamos compartido fondeadero la noche anterior y nosotros huimos del temporal como de la peste, ellos no)
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario