sábado, 13 de octubre de 2012

SEPTIEMBRE

  Desde que despedimos el mes de agosto y en lo que ha durado septiembre, casi todo lo escrito en el post anterior ha pasado a mejor vida. Junto con las vacaciones de muchos, se acabó la tranquilidad eterna para nosotros y la despreocupación por el estado de la mar.
  Recibimos septiembre aún en Menorca, con un temporal que duró 6 días y 6 noches, que formó olas de más de 4 metros en el norte de la isla y vientos de más de 30 nudos.
  A pesar de los momentos en que se me encogía el estómago por el furioso rugir del viento, de la embestida de una menorquina a la que se llevó el viento con ancla y todo contra nosotros (el viento hizo garrear), del continuo movimiento del velero estando fondeado y de algunas noches en vela, sacamos varias cosas en claro de este primer temporal del verano:

  • la solidez de nuestro ancla. La CQR de 45 libras y los 30 metros de cadena de 10mm, han aguantado con soltura un temporal de fuerza 7, con las embestidas del viento y la constante ola que nos sacudía. No así el mosquetón que sujeta la cadena del ancla, que salió algo maltrecho.


  • largas jornadas de lectura que me han introducido en el mundo narrativo de Jack London con su Lobo de mar, y de Pérez Reverte y su Carta esférica.
  • Binisafulla, en el sur de Menorca y junto al conocido pueblo de Binibeca, un fondeadero en donde no hubiésemos recalado de no haber sido por el temporal y que ha resultado bastante interesante y de gran vida submarina...


  • un aviso para navegantes: el principio del fin del verano. La temperatura del agua ha bajado considerablemente y el anochecer invita a sacar mangas largas del fondo del armario. Basta de dar vueltas a Menorca de calita en calita y a pensar en volver sobre nuestros pasos hacia el resto de las islas: Mallorca, Ibiza y la península...

  Tras las 6 jornadas de temporal, amaneció un día tranquilo y despejado y tocó organizar la cubierta y hacer recuento de los daños causados, vamos de “Lo que el viento se llevó” y es que, inevitablemente (o quizá no) después de tres meses navegando, algunos objetos toman vida propia y, empujados por el viento, marchan en busca de nuevas experiencias, abandonando el que ha sido su hogar hasta entonces y para fastidio de sus propietarios. Asimismo, hemos recuperado algunos objetos que se largaron de otros barcos: gafas de buceo, ropa, defensas...
  Aprovechando los pocos días de calma que sucedieron a aquel temporal, recalamos en Ciudadella, donde repusimos la despensa, preparamos la marcha y cambiamos de isla.

  La travesía a Mallorca fue tranquila, esta vez el canal de Menorca se portó bien con nosotros y hasta hicimos un poco el tonto para distraernos.

  Durante el resto del mes, nos mantuvimos pegados al ordenador allá donde pudimos y a la radio en todas partes, a la espera del parte meteorológico y en busca de las predicciones que nos informaran de la dirección y fuerza del viento, del tamaño de ola y su dirección para buscar el fondeadero donde más resguardados pudiéramos estar. Alguno resultó interesante, otros, no tanto.



  Ello no evitó el que una mañana demasiado temprano tuviéramos que salir de la cala donde nos encontrábamos (cala Moltó) al entrar el viento antes de lo esperado, con lo que una marejada bien formada nos acompañó navegando hasta el siguiente fondeadero a resguardo (Porto Colom).

  Y así, el viento rolaba y rolaba, ahora del norte, ahora del sudeste y el mar se volvía loco, con mar de fondo de una dirección y la ola de otra, mientras nosotros nos recorrimos más de media isla sin visitar aquellos sitios que hubiéramos querido, si no aquellos que los caprichos meteorológicos y la topografía de la isla nos permitieron. Y así pudimos ser testigos del turismo “de calidad” que invade esta isla, de la misma calidad que las salchichas que engullen sin pestañear alemanes gordinflones y de los grasientos chiringuitos de fish & chips que inundan los guettos ingleses.
  En Andratx, desguazaban un catamarán de 20 metros que días antes se había ido contra las rocas al romperse la cadena de la boya a la que estaba amarrado. Restos destrozados del casco y de sus interiores eran repartidos por las olas por todo lo ancho de la bahía. Supongo que cada pedazo de fibra desparramado contendría mil y una historias y anécdotas que la pareja de alemanes propietarios de este cata estarían recordando y llorando en aquellos momentos.


  Otra curiosidad que encontramos en el puerto de Andratx, lo que viene siendo un coche ecológico, vamos.

  Y finalmente despedimos con ganas Mallorca y septiembre para dar paso a una nueva etapa que confiamos en que fuera más placentera: recibir octubre en Ibiza.